domingo, 8 de noviembre de 2009

CAPITUL 9

-¿Quién es tu amiga?-dijo Javier.
-Ella es Elena.-les dije, no sabía como explicarles lo que ocurría.-Resulta…que la otra noche…fui a dar una vuelta sola y vi a una chica que necesitaba ayuda por que dos hombres trataban e hacerle…hacerle cosas y era ella…y hoy me la he vuelto a encontrar y dice que no quiere volver a casa porque su padre la maltrata…-
-¿Y que pintamos nosotros en todo esto?-dijo Guille
-Quiero que me convirtáis…no quiero vivir con mi padre y aún soy menor, tan sólo tengo 14 años, mi madre no se quiere encargar de mi…quiero desaparecer.-dijo Elena
Después de estar como unos diez minutos pensando en que podíamos hacer y en los que pude ver como Elena se ponía nerviosa y se mordió todas las uñas de las manos y creía que llegaría a comerse los dedos, Guille llegó a una solución, nos llamó a todos excepto a Elena y la condición que puso nos pareció correcta.
-Mira vamos a hacer una cosa…creemos que es necesario que esperemos como mínimo una semana, si en una semana tu estas completamente segura de que quieres desaparecer nosotros te convertiremos, pero es necesario que vuelvas a casa para que no nos acusen de secuestro y después de una semana si sigues estando tan segura…pues nos ocuparemos de ello.-le explicó Guille.
-Pero es que yo ya me quiero ir de esa casa…no quiero continuar viviendo en ese infierno…estoy harta de aguantar continuamente insultos y golpes sin sentido.-
-Elena, por favor, sólo danos una semana…sólo queremos eso…y ahora te llevaremos a tu casa.-le dije, yo tampoco quería dejarla con su padre, pero así lo habían decidido.
-Esta bien…Pero una semana, ni una mas!!-dijo Elena
-Ni una más, prometido.-dije con una sonrisa.
Nos despedimos de todos y nos subimos en el coche de Guille, era un jaguar XF, de color negro, nos montamos en el y dejamos a Elena en su casa. Luego Guille condujo hasta mi casa.
-¿Vienes dentro?-le pregunté.
-Claro, ¿lo dudabas?-
-No.-y eché una pequeña risita.
Subimos a mi habitación escalando por el árbol que había junto a mi ventana, se quedó conmigo hasta que amaneció, luego volvió a bajar por el árbol y se fue con su Jaguar XF negro desapareciendo poco a poco.
A las nueve en punto de la mañana bajé por las escaleras y oí como mi madre estaba preparando unas ricas crepes con chocolate que antes tanto me gustaban y ahora me producían arcadas.
-Bueno días mama!!
-Buenos días Aroa, ¿has dormido bien?-
-Si, claro.-menuda mentira, me dolía un poco contarle que su hija adoptiva ahora estaba en parte muerta y ya no dormía y ya no le gustaba comer lo de antes, que su hija había cambiado las ricas ensaladas y las ricas crepes que tanto le gustaban por la sangre recién exprimida de los animales del bosque.
-¿No has tenido calor?-me preguntó extrañada-por que yo me he muerto de calor.
-He tenido un poco, pero sólo al principio, es que estaba muy cansada.-con lo mal que se me daba antes mentir y ahora era una maestra de la mentira, serían los efectos secundarios de ser vampira.

Me senté en la mesa y mi madre me puso en frente las crepes de chocolate, me quedé mirando el plato y entonces empecé a pensar en Elena, era demasiado joven, tenía toda una vida por delante pero luego estaba su padre, ella no podía vivir de ese modo y su madre tampoco quería saber nada de ella, sólo hacía que darle vueltas al asunto, tal vez había otra forma de solucionarlo que no fuera convertirse en vampiro, tal vez podía ser yo la que denunciara los malos tratos y de ese modo lo creerían, aún tenía 14 años hacía como mucho tres años que había dejado de jugar con sus muñecas, yo me convertí en vampira porque no había otra forma de matar a Elia y también por que al ser que más quiero después de mi familia lo es y es la persona con la que quiero estar, pero Elena podía elegir otro camino que no fuera este.
Mientras seguía mirando el plato de crepes pensando en que se podía hacer, el olor cada vez me molestaba más pero tenía que comérmelo para no preocupar a mi madre, la cual me estaba contemplando.
Corté un trozo de crepe y me la llevé a la boca, se puede decir que me la tragué como si fuera un pato y así trozo tras trozo.
-Mama estaban riquísimas.-dije para que no se preocupara.
-Gracias, pero parecía que no te gustaran mucho.-
-Oh!, no, no, me encantan, están muy buenas.-
-Bueno cariño, me tengo que ir a trabajar.-
-Vale, luego nos vemos.-
Era un día nublado y sabía que no tardaría en llover, me encantaba ver llover, me había acostumbrado a ese tiempo en mi estancia en el internado Los Pinos.

Subí a mi habitación y me puse en la venta a contemplar la hermosa lluvia que golpeaba el cristal, para ser verano hoy parecía un día propio de invierno y estaba oscuro para ser las diez de la mañana, un relámpago iluminó el cielo y los cristales de mi ventana vibraron a causa del ruido de un trueno, hoy había vuelto a quedar con Iris y Úrsula, se venían a mi casa a comer y se quedarían hasta que se pusiera el sol, luego vendría a buscarme Guille, le había dicho a mi madre que me quedaba a cenar a su casa y que ya volvería a casa.
Me puse a limpiar la casa y a ordenar la habitación de mi hermano, era lo que le debía por ayudarme a que mis padres no sospecharan nada, era un poco chantajista, su habitación era una leonera, seguramente habría hasta nuevas especies de insectos, calcetines usados en el suelo, un calzoncillo colgado de la silla, unas zapatillas apestosas y más que usadas, un paquete de cigarrillos vacío y la cama deshecha, eso es lo que me había dejado mi hermano.

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